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El innovador diseño de audio de “Novecento”, creado por Benny Ibarra, llega al público a través de los altavoces de Bose Professional

La puesta en escena de la obra Novecento, que se presenta en el Teatro Milán, en Ciudad de México, se distingue por la elegante sencillez de su escenografía e iluminación, elementos que sirven como marco para destacar la actuación del mexicano Benny Ibarra, quien es acompañado por un ingenioso diseño de audio, que llega a los oídos del público a través de un sistema de altavoces S1 Pro y F1 Model 812 de Bose Profesional.

Novecento es una obra del italiano Alessandro Baricco, escrita en 1994, que ha sido montada decenas de veces e inclusive fue llevada al cine por el director Giuseppe Tornatore. Se trata de un monólogo, situado en las primeras décadas del siglo XX, que narra la vida de un personaje fascinante y magnético, el pianista Dany Boodman T.D Lemon Novecento, quien nació a bordo de un trasatlántico, nunca ha pisado tierra firme y vive dedicado a su música.  El trompetista Tim Tooney, personaje que interpreta Benny Ibarra, es el encargado de contar la historia de Novecento, cuya trama se desarrolla entre los camarotes, el salón de primera clase, la cubierta o el cuarto de máquinas del mítico Virginia y los muelles de diferentes ciudades en ambos lados del Atlántico.

El director teatral, Mauricio García Lozano es quien invita a Benny Ibarra a participar en Novecento, obra producida por la compañía Tercera Llamada. Ellos habían trabajado juntos en la obra “El Hombre de la Mancha”, así que la comunicación entre ambos fluyó de inmediato. El multifacético Benny Ibarra, quien también es cantante, letrista y productor musical, comenta que, durante algún ensayo, compartió con Mauricio la idea de desarrollar un concepto de sonido envolvente para alguna obra. “Me gustaría que el teatro se convirtiera en un espacio en el cual los sonidos emergieran de manera natural, de todos lados, tal y como ocurre en la vida real”, recuerda Benny.

Su colaboración en Novecento les brindó esa oportunidad, pues durante su etapa de preparación dieron rienda suelta a la creatividad y exploraron diferentes ideas para usar el audio como un recurso que les ayudara a contar la historia y hacer que el público utilizara su imaginación para incorporar los elementos que se mencionan, pero no se ven en escena.

“Vimos la oportunidad de hacer de Novecento una experiencia auditiva muy interesante, que fuera un híbrido entre sonidos realistas, como una tormenta o el sonido del muelle, y un guiño amoroso al mundo de las radionovelas, cuando la televisión no nos enganchaba aún y la gente escuchaba las historias que se contaban en la radio con efectos de sonido en vivo. Este concepto lo trajimos al teatro y el resultado ha sido sumamente emocionante”, explica Benny.

Para crear el concepto sónico de Novecento, Mauricio y Benny, incorporaron al músico y productor Vico Gutiérrez, quien les ayudó a definir las secuencias sonoras para cada escena. El proceso incluyó la investigación en librerías de audio para encontrar los sonidos más apegados al tiempo en que se desarrolla la historia, grabación de efectos y hasta la producción de la música que se escucha durante la obra. Las piezas musicales fueron interpretadas por los músicos de la Atlantic Jazz Band, una agrupación efímera, liderada por el baterista Pepe Damián.

El nivel de producción del concepto sónico de Novecento es tal que, durante toda la obra se emplean ocho canales de audio y en algunas escenas se llegan a utilizar hasta 48 pistas de manera simultánea, tan solo para generar una atmósfera concreta.

Para lograr transmitir esa sensación de sonido envolvente fue necesario diseñar una configuración de altavoces que permitiera la cobertura ideal y calidad necesaria para que todo el público escuchara la misma experiencia atmosférica. El Teatro Milán, un recinto con capacidad para 260 personas, cuenta con su propio sistema de sonido, pero no ofrece la versatilidad que los creativos de Novecento requerían. Así que la solución llegó a través de Bose Profesional, que luego de escuchar las ideas de Benny, propuso utilizar una combinación de sistemas portátiles S1 Pro y F1 Model 812 para satisfacer los requerimientos técnicos de la obra.

Para efectos de cobertura, el teatro se dividió en tres secciones. En la sección frontal, a cada lado del escenario se utiliza un sistema de altavoz de arreglo flexible F1 Model 812 en conjunto con un F1 Subwoofer, mientras que un tercer F1 Model 812 se encuentra suspendido en la parte central superior. La cobertura de esta sección se complementa con cuatro sistemas compactos S1 Pro, dos de ellos instalados en el techo por encima de las butacas. Por su parte, tanto en la zona posterior de la parte baja, como en el mezzanine, en la sección superior del teatro, se integraron otros ocho altavoces S1 Pro, cuatro en cada una.

Además, la producción de Novecento, requería transportar fácilmente los altavoces a otros teatros de diferentes ciudades del país, pues durante los dos primeros meses de la temporada, la obra alternaba funciones en Ciudad de México, de martes a jueves, y salía de gira de viernes a domingo.

“El modelo S1 Pro ha sido una pieza clave porque es un equipo muy práctico, de gran potencia y con un patrón de cobertura muy generoso en el eje horizontal. Además, tiene una batería integrada, lo que resolvió en gran parte el montaje y nos ahorró mucho tiempo durante las giras, pues no fue necesario usar el cable de alimentación”, describe Benny Ibarra. Para usarlos de forma totalmente inalámbrica, la señal de audio era enviada a través de unos receptores para monitores in-ear conectados a la entrada auxiliar de los S1 Pro.

La operación de todo este sistema de audio es responsabilidad del experimentado ingeniero Santiago Álvarez, con quien Benny ya había trabajado en teatro y durante sus recientes giras de conciertos. El ingeniero se encargó de programar en software todas las secuencias de sonidos para los ocho canales y de configurar el equipo de audio, micrófonos, consola, computadoras e interfaces que aseguran que todos los sonidos se reproducirán en el momento exacto en que la historia lo requiere.

En cada función de Novecento, el trabajo de Santiago Álvarez es como el de un segundo actor que no aparece en escena, pero cuyas intervenciones, al “disparar” las múltiples secuencias de sonido, deben fluir al mismo ritmo que la interpretación del protagonista. “La tarea es sumergir al público en la fantasía de la historia. Sorprenderlo con una experiencia distinta y que lo disfrute plenamente”, apunta Santiago.

“Todo este proceso fue muy divertido. Éramos como niños pequeños, imaginando cómo podríamos contar esta historia aún con los ojos cerrados, que solo los oídos te guíen y ayuden a entender todo lo que ocurre alrededor”, añade Benny Ibarra.

Aficionado a la tecnología de audio desde pequeño y con una sólida preparación artística y musical (estudio en la Walnut Hill School for the Arts y en el Berklee College of Music), Benny Ibarra entiende la importancia de brindar una extraordinaria experiencia de audio para la audiencia. “Gracias al cine, el público de hoy tiene un oído más educado y busca que las cosas se escuchen bien y con inteligibilidad. Quienes producimos espectáculos tenemos el deber de educarnos en esta tecnología y el público debe exigirnos una mejor calidad, solo así el mundo del audio en los teatros de México será cada vez mejor”, finaliza.

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